Este segundo año fue bastante decepcionante. No se consiguió continuar por el camino iniciado al año anterior que apostaba por la juventud, y tuvo que ser la comisión quien se hiciera cargo del monumento.
Nos esforzamos muchísimo, y hubo personas que se desvivieron por el proyecto, pero quedó patente que la voluntad no suple la profesionalidad en materias como talla, pintura y vidrieras.
En este punto comencé a entender la realidad de la problemática de las gaiatas.